Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
VISION DE LOS VENCIDOS



Comentario

Elenco de las fuentes indígenas


A cuatro siglos y varias décadas más de lo que ocurrió en México entre 1517 y 1521, podemos conocer por fin el otro espejo en que se reflejaron los hechos. Tan grande ha sido el interés que han despertado no sólo en México sino también fuera de él estos testimonios que la Visión de los Vencidos, sacada a luz en 1959, corre hoy también en inglés, francés, alemán, italiano, polaco, serbo-croata, sueco, hebreo, húngaro, japonés, portugués y catalán.

En los relatos indígenas se recuerdan acontecimientos y se formulan apreciaciones que contrastan con lo que escribieron los cronistas españoles. Ahora bien, en las obras de vencedores y vencidos, si bien se consignan hechos oprobiosos que no pueden negarse, es cierto también que Hernán Cortés y sus hombres, al igual que el príncipe azteca Cuauhtémoc y sus guerreros, alcanzan el rango de figuras de epopeya. Si Cortés se nos muestra como el prototipo del conquistador de los tiempos modernos, Cuauhtémoc se hace acreedor al título que le diera el poeta de único héroe a la altura del arte.

Fueron tres las formas principales como preservaron las gentes de idioma náhuatl sus recuerdos y juicios acerca de la Conquista. La primera fue valiéndose de sus antiguas formas de escritura: con sus glifos pictográficos, ideográficos y en parte fonéticos, siempre en el complemento de dibujos y pinturas de las escenas o sucesos en cuestión. La segunda manera incluye elementos de la antigua escritura, dibujos, y también textos (relatos) consignados ya por medio del alfabeto. A este respecto debe recordarse que, desde 1524 con la presencia de los tres primerísimos frailes (Pedro de Gante y sus compañeros), se estableció una escuela en Tetzcoco donde hubo indígenas que participaron en la adaptación del alfabeto para representar los fonemas del náhuatl. Son algunos cantos tristes (icnocuícatl), la tercera forma de recordación que ha llegado hasta nosotros. Compuestos a raíz de los hechos y preservados por tradición oral, se transcribieron hacia comienzos de la segunda mitad del XVI.

A continuación describiré con algún detenimiento los principales testimonios indígenas que cabe situar dentro de estos géneros.





a) Cantares acerca de la Conquista



Parece ser que los más antiguos testimonios indígenas sobre la Conquista encontraron natural expresión en varios cantares, compuestos a la usanza antigua, por algunos de los pocos cuicapicque o poetas nahuas sobrevivientes. Así, para no citar otros, pueden recordarse al menos aquellos dos poemas, verdaderos ejemplos de los llamados icnocuícatl, cantos tristes, o elegías, en el primero de los cuales se describen los últimos días del sitio de Tenochtitlan, mientras que en el segundo se refiere cómo se perdió el pueblo mexicatl. Copiamos aquí siquiera unas estrofas de cada uno de dichos poemas, para mostrar ya cuál fue la reacción de los indios, al contemplar destruido su mundo y forma de vida antigua:



En los caminos yacen dardos rotos,

los cabellos están esparcidos.

Destechadas están las casas,

enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,

y en las paredes están salpicados los sesos.

Rojas están las aguas, están como teñidas,

y cuando las bebimos,

es como si bebiéramos agua de salitre.

Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,

y era nuestra herencia una red de agujeros.

Con los escudos fue su resguardo,

pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad#.39

Llorad, amigos míos,

tened entendido que con estos hechos

hemos perdido la nación mexicatl.

¡El agua se ha acedado, se acedó la comida!

Esto es lo que ha hecho el Dador de la Vida en Tlatelolco#40



Como indica el doctor Ángel M.ª Garibay, al analizar estos documentos en su Historia de la literatura náhuatl, para la composición del segundo de estos poemas podría fijarse la fecha de 1523 y para la del primero el año siguiente de 152441.





b) La relación anónima de Tlatelolco (1528)



Pero además de los poemas, existen las relaciones netamente indígenas, escritas ya desde 1528. Verdaderamente importante es en este sentido el manuscrito 22 de la Biblioteca Nacional de París, conocido bajo el título de Unos anales históricos de la Nación Mexicana, escrito en náhuatl por autores anónimos de Tlatelolco hacia 1528. Tan valioso testimonio pone al descubierto un hecho ciertamente extraordinario: el de un grupo de indios, que antes de la fundación misma del Colegio de Santa Cruz, llegaron a conocer a la perfección el alfabeto latino y se sirvieron de él para consignar por escrito diversos recuerdos de sus tiempos pasados y sobre todo su propia visión de la Conquista.

Si como documento son valiosos estos anales, desde un punto de vista literario y humano lo son todavía mucho más, porque en ellos se expresa por vez primera con no pocos detalles el cuadro de la destrucción de la cultura náhuatl, tal como lo vieron algunos de sus supervivientes. La versión castellana de este texto, preparada por Garibay sobre la base de la reproducción facsimilar del mencionado manuscrito de la Biblioteca Nacional de Paris, se incluye íntegramente, en lo que a la Conquista se refiere, en el capítulo XIV de este libro. En el elenco bibliográfico que va al final de esta obra, podrán hallarse las referencias correspondientes, tanto de la versión castellana, como de otra al alemán, así como de la reproducción facsimilar de tan importante testimonio.





c) Testimonios de los informantes de Sahagún



Sigue en importancia y antigüedad al texto de 1528, la mucho más amplia relación de la Conquista que, bajo la mirada de fray Bernardino de Sahagún, redactaron en idioma náhuatl varios de sus estudiantes indígenas de Tlatelolco, aprovechando los informes de indios viejos, testigos de la Conquista. Según parece, la primera redacción de este texto "en el lenguaje indiano, tan tosco como ellos lo pronunciaron", como escribe Sahagún, quedó terminada hacia 1555. Posteriormente fray Bernardino hizo un resumen castellano de la misma. Desgraciadamente esa primera redacción en náhuatl de 1555, se extravió. Se conoce en cambio una segunda redacción asimismo en náhuatl, concluida hacia 1585 y en la que, según Sahagún, se hicieron varias correcciones, respecto de la primera, ya que en aquélla "se pusieron algunas cosas que fueron mal puestas y otras se callaron que fueron mal calladas#".

Como ha escrito Ángel M.ª Garibay, no es posible decir si ganó o perdió el texto con esta enmienda, en tanto que no conozcamos el primitivo42. El hecho es que, tal como hoy se conserva la relación de la Conquista, debida a los informantes de Sahagún, constituye el testimonio más amplio dejado por los indios al respecto. Abarca desde los varios presagios que se dejaron ver, "cuando aún no habían venido los españoles a esta tierra" (incluido en el capítulo I de este libro), hasta uno de los discursos, "con que amonestó don Hernando Cortés a todos los señores de México, Tezcoco, y Tlacopan", exigiéndoles la entrega del oro y de sus varios tesoros.

En este libro se incorporaron numerosas secciones de tan valioso testimonio. De igual manera que en el caso anterior, se ofrecen al fin las correspondientes referencias bibliográficas.





d) Principales testimonios pictográficos



Tanto en lo que se refiere a la obra de los informantes de Sahagún, como en otras varias recopilaciones llevadas a cabo por los indios, encontramos la supervivencia de su antigua manera de escribir la historia, sobre la base de pinturas. Mencionamos aquí tan sólo algunos de los principales trabajos en este sentido: las pinturas correspondientes al texto náhuatl de los informantes de Sahagún, que hoy día se conservan en el Códice Florentino. El célebre Lienzo de Tlaxcala, de mediados del siglo XVI, que ofrece en ochenta cuadros una relación de los tlaxcaltecas, aliados de los conquistadores. La serie de pinturas del impropiamente llamado Manuscrito, de 1576 (ya que en él se ofrecen datos de fecha posterior a la citada), conocido también bajo el nombre de Códice Aubin, en el que al lado de importantes textos, se conservan también ilustraciones alusivas. Hay asimismo dibujos de clara procedencia indígena en el manuscrito conocido como Códice Ramírez, debido probablemente a la recopilación de datos que en los años anteriores a 1580, llevó a cabo el jesuita Juan de Tovar, así como se sabe, tuvo acceso a otros muchos testimonios indígenas hoy desaparecidos.

De esas fuentes pictográficas, provienen las ilustraciones que se incluyen en el presente libro y que fueron copiadas por la hábil pluma de Alberto Beltrán.



e) Otras relaciones indígenas más breves



Además de las ya mencionadas fuentes pictográficas, existen otras varias relaciones indígenas de menor extensión, de algunas de las cuales se transcribirán aquí varios fragmentos. En el ya citado Códice Aubin o de 1576, se encuentran varios textos de sumo interés. De él se tomó una de las versiones indígenas que acerca de la matanza del templo máximo se dan en el capítulo IX de este libro.

Otros importantes testimonios nos ofrecen don Fernando Alvarado Tezozómoc en sus dos crónicas "Mexicana" y "Mexicáyotl", así como el célebre historiador oriundo de Chalco, Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, de cuya Séptima Relación se tomó un texto incluido en el capítulo XIII de este libro en el que se describen las pesquisas llevadas a cabo por el Cortés, después de tomada la ciudad.

Además del ya citado Códice Ramírez, en el que también se contienen importantes noticias de informantes de Tlatelolco, deben mencionarse las breves secciones acerca de la Conquista contenidas en los Anales Tepanecas de Azcapotzalco y en los más breves de México y Tlatelolco. De todas estas fuentes se ofrece, como en los casos anteriores, la correspondiente referencia bibliográfica al final de este libro.





f) Testimonios de los aliados indígenas de Cortés



Deficiente resultaría esta presentación de textos indígenas acerca de la Conquista, si no se incluyeran en ella, por lo menos en algunos casos, los testimonios de algunos escritores indígenas y mestizos, que hacen gala de descender de quienes se aliaron con Cortés para conseguir la derrota de los aztecas. La pintura que de algunos hechos nos ofrecen, distinta de las otras descripciones indígenas, no cae fuera del título general de este trabajo Visión de los vencidos. Porque, si es cierto que los tlaxcaltecas y los tezcocanos lucharon al lado de Cortés, no deja de ser igualmente verdadero que las consecuencias de la Conquista fueron tan funestas para ellos como para el resto de los pueblos nahuas: todos quedaron sometidos y perdieron para siempre su antigua cultura.

De estos testimonios, además del ya citado Lienzo de Tlaxcala, se aducen aquí algunos textos tomados de la Historia de Tlaxcala, redactada en castellano por Diego Muñoz Camargo, mestizo que escribió durante la segunda mitad del siglo XVI. Es particularmente interesante su versión, claramente tendenciosa, de la matanza de Cholula, texto que se incluye en el capítulo V de este libro.

La interpretación histórica de la Conquista, desde el ángulo de los tezcoanos, nos la ofrece el célebre descendiente de la casa de Tezcoco, don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Tanto en su XIII relación, como en su Historia chichimeca, escritas ambas en castellano, se encuentran numerosos datos recogidos por Ixtlilxóchitl de antiguas fuentes indígenas en náhuatl hoy desconocidas, pero interpretadas con un criterio muy distinto al de los escritores de México y Tlatelolco. Los textos de Ixtlilxóchitl que aquí se transcribirán son en algunos casos particularmente interesantes. Así, para citar sólo un ejemplo, aquel breve cuadro en el que nos pinta la reacción de la vieja indígena Yacotzin, madre del príncipe Ixtlilxóchitl hijo de Nezahualpilli y aliado de Cortés, que calificó a su hijo de loco y sin juicio por haber abrazado tan deprisa la religión de "esos bárbaros" (los españoles), que en forma tan violenta habían hecho su aparición en Anáhuac43.

Tales son, descritas de manera general, las principales fuentes indígenas de las que provienen los textos e ilustraciones que en este trabajo se ofrecen. Preservándose en ellas el testimonio de quienes vieron y sufrieron la Conquista, sin hipérbole puede afirmarse que la presentación de estos documentos, con todas las limitaciones propias de quienes llevamos a cabo la versión y selección de los mismos, constituye un cuadro indígena de la Conquista: una visión de los vencidos.